jueves, 15 de noviembre de 2007

Soledad De Un Viejo, Soledad De La Vejez

Quiero invitarlos a caminar por las calles donde se vive, se aprende y se vencen temores.
En una tarde aprendí que de nada vale correr, las cosas en la vida tienen su tiempo, pero que la soledad te la convidan los que te quieren.
Llueve en el parque.
Está solo sentado dejando que la lluvia lo envuelva. No tiene prisa, y yo la pierdo.Me dice que se escapó a otra ciudad y de nada sirvió. Vivió días llenos de misterios y pasó frío. Está perdido en una inmensa urbe y un tiempo húmedo lo envuelve. “Aquí paso las horas sin nadie junto a mis pensamientos fijos. Tengo en mi cabeza el eco de risas, recuerdos que no se van, personas que no esperan, secretos que se perderán solos”.Dice que no me preocupe porque en ésta ciudad me pueden alcanzar distintos temores. Puede hacerme ver que el esta dentro de una jaula de cristal. Está en la vitrina del mundo.
Ahora todo lo que le hace bien le puede hacer mal. Todo lo que sintió quedo guardado. Se ha convertido en un objeto que mueven como un florero dentro de una habitación demasiado cargada.
Nos mojamos y aprovecha para llorar. Las ruedas de los coches hacen ruido al pisar el agua.
La piel se le marchitó pero nunca dejó de soñar. Sus piernas no están vivas pero parece reanimarse cuando me cuenta sus partidos de pelota.Todo poco a poco parece que va dejando de importar, menos los sueños. Pero qué hacer si te apuñala el tiempo y los años te sientan en una silla de rueda, qué hacer si el sol y las primaveras te secaron la piel.
Parece que juntos podemos ver cada gota de lluvia que se rompe al caer.
Decido que es hora de seguir caminando cuando el silencio se hace demasiado largo. No puedo despedirme. Está soñando y no creo que sea tan importante como para privarlo de un mundo donde puede corretear y las ilusiones le arden en la sangre.
El viejo fue desplazado por una maquina que divierte a los nietos, los trabajos alejan a los hijos. Nadie de los que el vio crecer lo quiere escuchar.
Podemos verlos tirados en las plazas, mirándonos desde alguna ventana en una habitación oscura. Desconocidos los limpian, los escuchan y los despiden.
Mis pasos son más lentos, son pensados, se hacen pesados. Me asusto.Ley de vida es encorvarse, secarse y arrugarse.
Decido correr, la lluvia está rica, me refresca y ayuda a jugar como un niño. Mi silueta se pierde entre las callejuelas del casco viejo de Bilbao.

4 comentarios:

txanba dijo...

jamás hubiese pensado en lo que decís respecto a la soledad, y eso que la vemos a diario...

Leslie dijo...

La soledad la convidan los que te quieren tienes toda la razón, gracias por hacerme descubrir eso.

Saludos.

Anónimo dijo...

la soledad es parte nuestra. estoy de acuerdo con tu relato.

nihil dijo...

La soledad toca al corazón, a veces le tambalea.