jueves, 22 de noviembre de 2007

No Puedo Escribir

Hoy podría escribir, pero tengo vergüenza, y culpa.

Desde este rincón del “viejo continente”cómo puedo enredarme con palabras que no hacen mas que enumerar circunstancias personales que dentro de la generalidad no dejan de ser una particularidad carente de importancia.

Allá donde me crié la gente sufre por no tener cubiertas las necesidades primarias y por estos lados “jóvenes” de más de treinta y cinco años tienen dudas para emanciparse.

Mas que un océano a este pueblo y a nuestros latinoamericanos nos separa una realidad que a unos sorprende y a otros los abofetea. Del otro lado niños que lloran porque la única forma de comer caliente la encuentran en la escuela y aquí los chicos prueban porritos porque las maquinas ya no los divierten y sus padres están demasiado ocupados tratando de pagar deudas que los mantienen en una fantasía de satisfacciones.

Me aburro. La vergüenza de tener tantas cosas innecesarias me hace infeliz.

La alegría de un niño jugando con fantasías de su invención aquí no existen, se lo dan todo hecho, los padres se encargan que el ordenador y los videos juegos apaguen cualquier intención de crear. Pero esto de recibir todo digerido se convierte en una necesidad que un sistema capitalista neoliberal omnipresente refuerza y confirma. Cosas como estas hacen que camine entre gente incapaz de analizar y cuestionar la realidad más cercana.
Por la bronca, por la culpa de no poder encontrar respuestas claras y útiles, hoy no puedo escribir.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Soledad De Un Viejo, Soledad De La Vejez

Quiero invitarlos a caminar por las calles donde se vive, se aprende y se vencen temores.
En una tarde aprendí que de nada vale correr, las cosas en la vida tienen su tiempo, pero que la soledad te la convidan los que te quieren.
Llueve en el parque.
Está solo sentado dejando que la lluvia lo envuelva. No tiene prisa, y yo la pierdo.Me dice que se escapó a otra ciudad y de nada sirvió. Vivió días llenos de misterios y pasó frío. Está perdido en una inmensa urbe y un tiempo húmedo lo envuelve. “Aquí paso las horas sin nadie junto a mis pensamientos fijos. Tengo en mi cabeza el eco de risas, recuerdos que no se van, personas que no esperan, secretos que se perderán solos”.Dice que no me preocupe porque en ésta ciudad me pueden alcanzar distintos temores. Puede hacerme ver que el esta dentro de una jaula de cristal. Está en la vitrina del mundo.
Ahora todo lo que le hace bien le puede hacer mal. Todo lo que sintió quedo guardado. Se ha convertido en un objeto que mueven como un florero dentro de una habitación demasiado cargada.
Nos mojamos y aprovecha para llorar. Las ruedas de los coches hacen ruido al pisar el agua.
La piel se le marchitó pero nunca dejó de soñar. Sus piernas no están vivas pero parece reanimarse cuando me cuenta sus partidos de pelota.Todo poco a poco parece que va dejando de importar, menos los sueños. Pero qué hacer si te apuñala el tiempo y los años te sientan en una silla de rueda, qué hacer si el sol y las primaveras te secaron la piel.
Parece que juntos podemos ver cada gota de lluvia que se rompe al caer.
Decido que es hora de seguir caminando cuando el silencio se hace demasiado largo. No puedo despedirme. Está soñando y no creo que sea tan importante como para privarlo de un mundo donde puede corretear y las ilusiones le arden en la sangre.
El viejo fue desplazado por una maquina que divierte a los nietos, los trabajos alejan a los hijos. Nadie de los que el vio crecer lo quiere escuchar.
Podemos verlos tirados en las plazas, mirándonos desde alguna ventana en una habitación oscura. Desconocidos los limpian, los escuchan y los despiden.
Mis pasos son más lentos, son pensados, se hacen pesados. Me asusto.Ley de vida es encorvarse, secarse y arrugarse.
Decido correr, la lluvia está rica, me refresca y ayuda a jugar como un niño. Mi silueta se pierde entre las callejuelas del casco viejo de Bilbao.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Sin Perdones


Mis dedos se enredan tratando de teclear las ráfagas de palabras que salen de mis pensamientos. Claro siempre tratando de no cerrar la tranquera a mis recuerdos ni mucho menos esconderme en una trinchera de mis pensamientos.
Desde muy borrego he buscado siempre otro cielo.
Ahora el viento me recuerda la distancia y los olores me llenan de caricias y pequeñas sensaciones que sólo se pueden sentir ahí dentro, donde duele cuando algo queremos y no tenemos.
Aquí el sol está como gastado y avejentado.Me es imposible no perderme en un laberinto enhebrando recuerdos. Pienso que tal vez todos somos un montón de recovecos. Y hoy podrán leer lo que encuentro en uno de ellos.
A muchos les venden la ilusión de salir, de viajar y buscar, no se que cosa. Pero nadie te dice que de esa forma estas rifando todo lo que hasta ese momento eras.
Hace tiempo que no voy al poblado donde me crié. El último paseo por la barriada fue un paseo lento, pesado y observando los niños. Jugaban a la pelota sobre la escarcha. Niños con orejas llenas de sabañones y la panza hinchada por el vacío del hambre.
Acaricie las veredas enyuyadas. Conmigo caminaba mi perro como presintiendo la despedida.
Los gorriones como de costumbre alborotados entre las ramas también parecían acompañarnos.
Entre suspiros mi corazón galopeaba y quería guardarme olores, colores, todo. Pero eso no se puede. La mochila ya estaba casi llena.
“La vieja” lavó y planchó en silencio con esmero un par de trapos viejos.Al entrar en mi casa después de la caminata todo estaba quieto. Me encontré a mi mamá sentada en la habitación acariciando una foto de cuando yo era niño. Parece loco pero en esos ratos nos dolía mirarnos a los ojos.
“El viejo”, se quedó moqueando en algún rincón del patio porque es de los que dicen que un hombre debe llorar solo.
Al salir con la mochila me espera afuera mi perro. Era la hora, pero no vino a saludarme, ni siquiera levanto su cabeza para mirarme.Con él caminamos por los campos queriendo alcanzar el horizonte, que en la pampa es el límite de todo. Siempre dispuesto a disfrutar mis ganas de juegos y también siempre dispuesto a soportar alguna reprimenda, tal vez injusta.“...Tengo que dejarte después de tantos inviernos y tantos paseos. No puedo creer que esto nos pase a nosotros. Soy del campo, y parte de tu jauría hermano, pero tengo que despedirme…” Cómo le explicas a un perro que te vas?
Junte muchos silencios esas últimas horas.El argumento de una despedida siempre es gris.
Ahora aquí me la paso borrando nostalgias. Es extraña la vida, para llenar la panza hay que saltar al otro lado del “charco”.
No puedo dar mas perdones porque creo que los he gastado todos. Pero si me ven como perdido no se preocupen, es que todos los que salimos a buscar, en algún momento notamos la herida de los olvidos.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Carta Para Un Amigo

Querido Marcelo:
Te escribo desde éste lado del mundo donde las muertes por hambre y por la represión se han vuelto banales.
Ahora estoy sentado en una sala de urgencias viendo como ricos, pobres, payos, gitanos o latinos dejan sus condicionantes para ser sólo enfermos. La enfermedad al igual que la muerte nos iguala en nuestra condición de humanos. Eso no impide que mientras esperan se crucen miraditas por encima del hombro.
Recuerdo amigo cuando en las calles de nuestro pueblo entendimos la definición de pobre. (Dicho sea de paso que no hay pobre que se sienta diezmado por la condición que le ha tocado vivir)Nos decían que el pobre socio-económico es todo aquel que carece o está privado de los medios necesarios para la subsistencia (comida, vestido, casa, salud básica, instrucción elemental y trabajo). Hoy ésta pobreza de algunos pueblos es mantenida por los países del “primer mundo”, que saca de ahí mano de obra barata. De esta forma impide que países enteros se desarrollen, excluyéndolos de la promoción humana mínima y necesaria.
Vos que vivís allá lejos, contales que en esta tierra de Internet y coches lujosos también hay pobres explotados.En las esquinas hay cosas ocultas. Detrás de las voces de los teóricos se esconden planes sombríos. Hay victimas que desconocen y que no perciben nada. Miradas ausentes. No hay tranquilidad, este pueblo está más cerca del acantilado de lo que el cree.
Todo este tiempo me han tenido hipnotizado. Falsas luces quieren iluminar espíritus apagados. Estaría bien que me acompañase la música de un saxo triste y solitario mientras te escribo esta carta.
Me entero por los diarios que nuestro pueblo está solo, como abandonado. Se que también se le han subido al lomo empresas extranjeras para galopearlo hasta la muerte.
Yo estoy fuera y te quiero contar que están traficando mentiras y les quieren apagar el pensamiento.Che! avisa a todos que busco una salida de emergencia que me lleve a mi tierra. Abisales a los que quieren salir que aquí no queda nada en pie de las historias que nos contaban nuestros viejos en las mateadas.
Este pueblo ya parece estar de rodillas. Se les nota cuando hablan. Mienten y se mienten. Hay algo oculto detrás de cada invitación.
Aquí como allá la televisión es un cóctel que envenena la cabeza de los hombres. Los diarios son sopas de letras que ayudan a perderse en un mar de noticias lejanas, pero que nada te dicen de la realidad que te rodea en tu barrio.
No hay que saber mucho de filosofía, ni de muchas otras cosas, solo basta con ponerse a pensar para darse cuenta que estamos jodidos. Y que a nuestro pueblo como a éste no lo quieren despierto.
No puedo hablar del final. Pero tampoco te puedo dar falsas esperanzas, sé con seguridad que la lucha no ha llegado a su fin y tal vez este sea el momento de ponerse el cuchillo entre los dientes y saltar sobre la realidad con fiereza y confianza de estar haciendo lo correcto, al pelear por un pueblo que aunque dormido se merece otra oportunidad.
Un abrazo amigo y esperarme despierto.

miércoles, 31 de octubre de 2007

La Nada

Me pierdo en un lugar donde la luz es mezquina, nada es y todo parece lo que no es.

La flor de la incertidumbre crece y se hace fuerte entre la espesa hierba de inseguridades que me ofrece una ciudad ajena.

El sonido de una melodía es capaz de hacerme flotar por encima de las azoteas y me demuestra la insignificancia de mi “yo” en una sociedad repleta de historias. Me dejo arrastrar…me pierdo…pero no puedo dejar de mirar hacia abajo y eso me priva el desarraigarme de un lugar que me hace ser un insignificante en su totalidad.

Muero cada segundo que pasa y me resisto con fuerzas para negar mi insolvencia, pero nada puedo hacer contra el derecho a morir que me gane por haber nacido.
La edad de mi cuerpo parece no corresponder con las inquietudes y dudas juveniles de mi cerebro, pero así también indirectamente me voy asegurando el camino hacia el horizonte, el fin, la muerte.

Estos pensamientos surgen con la necesidad de descubrir y desenredar inquietudes existenciales filosóficas que no dejan de evidenciar el egocentrismo del ser humano. La vulnerabilidad de mi ser conciente hoy me permite conocer la seguridad de ser parte de un todo que es casi la nada en una línea temporal que puede ser infinita. Floto me pierdo, voy pero siempre regreso, siempre algo me trae a ese punto de cordura donde soy succionado por una fuerza que me hace conciente en una sociedad de aturdidos y resignados.

Soy un instante, pero me pierdo tratando de entender lo que soy o porque soy y peor aun quiero saber lo que seré. Pobre de aquel que en esto pierda su instante, será sin ser conciente la nada.